La Emperatriz del Tarot es fuerza, firmeza, poder, protección: todos estos elementos son evidentes incluso para un profano del sector, simplemente observando la representación de la carta.
Sin embargo, lo que a muchos se les escapa es una cosa que para mí es verdaderamente increíble: el Tarot, de origen medieval, estaba muy adelantado respecto a lo que estamos nosotros hoy en el reconocimiento de la fuerza femenina y en la ausencia absoluta de cualquier tipo de discriminación sexual.
Las mujeres representadas en el Tarot están muy lejos de ser indefensas, y tienen la misma dignidad que sus contrapartes masculinas. Es un auténtico placer comprobar que también en este caso el Tarot estaba adelantado años luz respecto a la sociedad de la época, y todavía lo está.
La fuerza, la solidez, la firmeza, son elementos omnipresentes en esta carta. La expresión de la Emperatriz es firme, la postura lo es aún más. Tiene corona y cetro, símbolos inequívocos del poder. Además, embraza el escudo, en el que está representada una poderosa águila imperial.
La Emperatriz es también símbolo de persona emancipada, que piensa con su cabeza. Baste pensar que durante la Edad Media, a la Emperatriz rara vez se la representaba sola, sin el Emperador a su lado. En esto, el Tarot es una vez más una grata excepción, para simbolizar que todos los medios están a disposición de la Emperatriz, que no necesita ayuda alguna para afrontar incluso situaciones difíciles.
La Emperatriz representa, por último, una invitación a estar preparados para actuar, o la indicación de que la persona consultante tiene el poder para arreglar las cosas como mejor cree. La postura de la emperatriz es bien erguida sobre sí misma, con un pie preparado para bajar del trono, casi en la posición ágil de un guerrero a la espera de entrar en batalla.
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