Una mujer completamente desnuda está representada en el centro de una guirnalda floral, mientras que en las 4 esquinas de la carta encontramos los símbolos de los 4 evangelistas, o bien 4 querubines que soplan viento en las 4 direcciones.
La guirnalda representa "el huevo del mundo", y es así que en algunas antiguas barajas de Tarot en lugar de la guirnalda encontramos precisamente la representación de un globo.
La mujer en el centro, al caminar, hace mover la guirnalda.
En las esquinas de la carta tenemos en cambio el símbolo de San Mateo (un ángel), el símbolo de San Marcos (un león), el símbolo de San Lucas (un toro) y el símbolo de San Juan (un águila), aludiendo al orden universal: los 4 elementos, las 4 estaciones, las 4 direcciones, etc.
La carta del Mundo es el símbolo de la creación, de algo que nace. La guirnalda ovalada, la almendra, son símbolos de creación que encontramos en todo el arte medieval, y no solo.
Representan una creación material, acontecimientos que pueden nacer generados por el caminar de la mujer dentro de la guirnalda, que hace “girar el mundo”. Pero también representan una creación inmaterial, interior, de un espíritu que evoluciona en su camino de iniciación e iluminación, que ahora llega a su fin, teniendo en cuenta que el mundo es considerado el último de los 21 Triunfos (el Loco no tiene un número asociado).
El Mundo es, por tanto, la carta de la consecución de la iluminación. Ahora todo está claro. El camino puede haber sido difícil, pero ahora todo parece converger hacia una potencia generadora exterior que se conjuga con una limpieza interior y una claridad de miras que permiten recoger los frutos de esta favorable disposición astral.
La carta del Mundo es una de las cartas más positivas del Tarot. Puede significar la concretización de circunstancias hasta ahora solo imaginadas. O bien puede representar la serenidad, la felicidad por los dones que nos ofrece la vida, la creatividad, la abundancia.
Representa fecundidad, generación de situaciones y oportunidades. En definitiva, lo opuesto del aburrimiento y el estatismo, y siempre en clave positiva.
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