Operaciones preliminares a la tirada de Tarot

1 – Crear una conexión (hacer que el consultante se sienta a gusto)

Sota de Copas del TarotEl consultante, es decir, la persona que está solicitando la consulta, se sienta frente al cartomántico, de modo que se encuentre completamente a gusto y relajado.

A causa del aura “oscura” del Tarot y también por la importancia del argumento por el que se le interroga, puede ocurrir que el consultante esté nervioso e intranquilo. Aquí entra en juego la habilidad del cartomántico para establecer una conexión con esa persona, sobre todo si no la conocía de antes.

Puede empezar hablando de todo un poco, o narrando su historia personal, quizás vinculada a uno de los objetos que se encuentran sobre la mesa o en su casa. Tal vez puede elegir una historia algo embarazosa, para tranquilizar al consultante y lograr que deje de pensar en las situaciones que le generan tensión.

Parece trivial, pero es importante que el consultante esté a gusto, relajado, y no se sienta cohibido ante el cartomántico, pues de lo contrario podrá avergonzarse de proporcionar cierta información, que sin embargo es importante para que la tirada de Tarot sea de veras eficaz y ahonde en la especificidad de la consulta.

Mi consejo, sobre todo en el caso de tiradas de pago, es acordar una retribución, por ejemplo, para una tirada de media hora, pero luego prolongar el tiempo en otros 15 minutos, añadidos al comienzo de la tirada, que se utilizan para charlar, para conocerse mutuamente, para ir bajando las barreras recíprocas, entrando poco a poco cada vez más en conexión.

2 – Formulación de la pregunta

El consultante, sentado frente al cartomántico, debe decir en voz alta lo que desea saber del Tarot.

Puede ser incluso una pregunta compleja, pero siempre de todos modos debe formularse en forma de pregunta.

Por lo general, lo que ocurre es que cuando el cartomántico pregunta qué se desea saber, se obtienen frases o preguntas bastante imprecisas. O mejor dicho, es fácil que la verdadera pregunta esté oculta detrás de otra pregunta, muy imprecisa, pero que la verdadera pregunta sea otra, bien presente en la cabeza del consultante, y que se muestre reacio a formularla.

Los motivos pueden ser variados, desde la reticencia hasta la timidez, pero también puede haber otras razones.

A menudo, incluso solo pronunciar algo que potencialmente puede hacer que nos sintamos mal, nos genera una especie de bloqueo. No todos son tan fuertes como para decir abiertamente: «quiero saber del Tarot si mi marido ha dejado de serme infiel», tanto porque nos expone al juicio de otros, como porque es algo que nos ha hecho sufrir, y que potencialmente puede hacerlo todavía.

Por eso he especificado en el punto anterior que es necesario, en primer lugar, lograr que el consultante se sienta tranquilo y a gusto.

Pero, ¿por qué quiero que sea el consultante quien pronuncie la pregunta de forma clara y en voz alta?

Porque el cartomántico es sin duda alguna también un poco “psicólogo”, y sabe bien que si una persona ni siquiera logra describir una situación de palabra, difícilmente podrá reconocerla abiertamente primero, y después, aportar posibles correctivos y seguir posibles indicaciones dadas por el Tarot.

Sin tener en cuenta además que si la pregunta no es precisa, ¡está claro que las respuestas tampoco podrán serlo!

Rob Sánchez

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