El camino en el Tarot según Oswald Wirth

Oswald Wirth

Carta de la Estrella del TarotOswald Wirth fue uno de los principales esotéricos de finales del siglo XIX, es decir, cuando el esoterismo era algo serio e impregnaba los principales círculos de la élite social.

Estuvo afiliado a las principales sociedades secretas de la época, fue masón, y se hizo amigo y colaborador de casi todas las personalidades del mundo del Tarot de la época.

Aunque a menudo son otros los nombres que se mencionan en relación con esoterismo y Tarot, he querido hablar de él por dos razones:

  • Escribió el que quizás sea el tratado más completo sobre el Tarot.
  • Realizó una baraja de Tarot, hoy poco conocida, pero considerada por muchos como la más rigurosa desde el punto de vista simbólico y esotérico.

Las enseñanzas de Wirth

Según Oswald Wirth, el Tarot constituye un tratado de alta filosofía expuesto por imágenes. No obstante, este libro permanece mudo a la mayoría, porque no tienen las capacidades para hacerlo hablar.

Él sostiene que hemos perdido la capacidad de sumergirnos en reflexiones fecundas, inspiradas solo en el aspecto de las cosas.

En realidad, el lenguaje en su origen manifestaba únicamente conceptos reales, físicos, sin expresar ninguna idea abstracta. Por ello las formas más antiguas del saber se expresaban a través de figuras. Y durante muchos años aún, las figuras representaron la forma más eficaz de expresar conceptos para el vulgo.

El Tarot es una obra maestra, que ha sobrevivido al sucesivo dominio de la palabra escrita.

El Tarot según Wirth es arte, y solo debe ser manejado por artistas, es decir, por aquellos que han aprendido a descifrarlo.

El camino iniciático según Wirth

Según Wirth, dentro del Tarot está presente un camino iniciático muy preciso de sabiduría. El Tarot encierra – para quien sabe interpretarlo – los pasos que conducen al conocimiento, a la sabiduría, al dominio de las cosas.

  1. El Trilero (El Mago). “El iniciable” no debe depender de nadie. No quiere un saber tomado prestado de otros. Es necesario tener una enorme iniciativa intelectual para acercarse a la puerta del Templo. Hay que atreverse, tener una voluntad indomable de aproximarse al saber.
  2. La Papisa (Juno). La ciencia de los iniciados no es aquella material de los objetos percibidos por nuestros sentidos. Solo se revela entrando en uno mismo, solo ante el propio espíritu.
  3. La Emperatriz. ¡Asciende lo más alto posible! ¡Elévate por encima de los cielos! Aprende a subir y a contemplar desde arriba, sin vértigo, lo que te rodea. Asciende para ampliar tu visión y así escapar de la estrechez de tus concepciones.
  4. El Emperador. ¡Actúa! Toma posesión de ti mismo, aferra el cetro que gobierna tu personalidad: tú eres tu Emperador.
  5. El Papa (Júpiter). ¡Instrúyete! Escucha a los demás, pero escucha también y sobre todo a ti mismo. Formula tú mismo tu ciencia, y sigue sus mandamientos.
  6. El Enamorado. Decide tú libremente tu destino. ¿Tienes miedo? Debes comprender que si quieres ser fuerte, tienes que aceptar también el sufrimiento.
  7. El Carro. Demuestra que sabes conducirte a ti mismo. Debes saber guiar fuerzas discordantes, que oportunamente domadas te conducirán a la victoria.
  8. La Justicia. Lleva en ti la justicia, y obtendrás la estabilidad del equilibrio.
  9. El Ermitaño. Aíslate, concéntrate en ti mismo. Encuentra dentro de ti la luz que ilumina el sendero que debes emprender, porque es ahí que se halla. Avanza lentamente y con atención, para no tener que retroceder jamás.
  10. La Rueda de la Fortuna. Habiendo salido de la soledad, entra en el corro de la vida humana. No desprecies los estados y las condiciones inferiores, al contrario, ayúdalos a ascender en favor del destino.
  11. La Fuerza. Aprende la disciplina. Dando rienda suelta a los instintos, demuestras ser débil. El fuerte doma sus instintos y sus pasiones, sin apagar su vehemencia.
  12. El Colgado. Haz para los demás. Da sin pensar en recibir.
  13. La Muerte. Cuando mueran las ilusiones del pasado, prepararás el terreno para tus futuras cosechas. Deja morir lo que ha de quedar relegado al pasado, para hacer sitio a lo nuevo.
  14. La Templanza. Resurrección. Una vez abandonado el estado mortal, ahora puedes elevarte al cielo, gracias al agua que regenera.
  15. El Diablo. Sin el fuego del infierno, la tierra sería estéril. Sin mal no hay bien. El Diablo que hay en ti no es un enemigo si sabes domarlo, al contrario.
  16. La Torre. Moderación que se impone al fuerte, para que este no se exceda, fracasando. No demasiado y no demasiado deprisa, mide tus ambiciones, y tu ambición de saber.
  17. La Estrella. Aprende el arte del descanso. El sueño pone a tu servicio el necesario dinamismo. Aprende a disfrutar de las alegrías terrenales, sin abusar de ellas. El sabio no es un asceta enfurruñado.
  18. La Luna. Somos víctimas de apariencias, que nunca dejan de engañarnos. Solo aprendemos a costa de errores, y de heridas dolorosas.
  19. El Sol. La luz verdadera resplandece solo en los espíritus. Disfruta de la vida, pero no olvides que la iluminación es solo espiritual. La felicidad no es un fin en sí mismo, o personal: puede ser solo colectiva.
  20. El Juicio o El Ángel. El espíritu iluminado abandona el cuerpo. El espíritu sale del cuerpo para pasar a un estado más elevado, más vasto. Pero sin perder conciencia de lo que ha sido.
  21. El Mundo. El pasado nos enseña el porvenir. Concebimos lo que será a partir de lo que ha sido.
  22. El Loco. Reintegración en el Todo primordial (solo tomando humildemente conciencia de ser nada ante la potencia generadora de todas las cosas). Una vez alcanzada la cumbre desde la que se contemplan todos los reinos de la tierra, cederás al vértigo del infinito, y el abismo sin fondo te absorberá: así, serás reintegrado en el Todo primordial.
Rob Sánchez

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