Una mujer, o un ángel, trasvasa de una jarra a otra el líquido contenido en ellas.
La figura de la Templanza es bien conocida en todo el arte clásico.
Como el vino se diluía con el agua, así la Templanza trasvasa el líquido de una de las jarras, poniéndolo en la otra.
Para muchos esotéricos, esta carta es el símbolo de la Alquimia, en particular de la destilación, el procedimiento gracias al cual se limpiará en profundidad la conciencia ignorante del hombre, obteniendo un espíritu puro, listo para la iniciación y el conocimiento.
La Templanza se representa frecuentemente con alas, para recordarnos, como para los ángeles, su papel de mensajero de los dioses. En este sentido, la Templanza es a menudo portadora de noticias, predominantemente buenas, o que de todas formas acabarán por revelarse positivas para nuestro bien. Puede tratarse de noticias procedentes del exterior, pero de todas formas son noticias que somos nosotros quienes aprehendemos, y que nos despliegan diferentes niveles de elección. En definitiva, no tendremos que “sufrir” estas noticias, sino que seremos nosotros, en función de lo que nos sea dado conocer, quienes decidamos si actuar o no.
También puede representar la toma de conciencia de una situación, el cambiar de idea sobre un tema, influenciados de manera determinante por otra persona (a menudo una persona de la que se tiene mucha estima). En este caso, el trasvase del agua entre las dos copas representa la inspiración, la sugestión con la que las creencias y las opiniones se transmiten de un sujeto a otro.
De todas maneras, el significado principal de la carta de la Templanza sigue siendo el de equilibrio, en particular de equilibrio interior. Puede ser la indicación de que la situación está destinada a encontrar un equilibrio positivo, y también puede representar la sugerencia de actuar para encontrar el justo equilibrio.
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