En la carta inmediatamente sucesiva a la carta de la Luna, el Sol vuelve a resplandecer.
El gran astro resplandece luminoso sobre dos niños que, felices y serenos, juegan al corro, en un ambiente idílico, a menudo protegido por una muralla.
Alguien ha visto en ello una referencia al Edén, al paraíso terrenal.
Lo que sí es seguro es que en esta carta el Sol resplandece, radiante, y decreta netamente el final del estado de oscuridad que había traído la Luna, permitiendo así una nueva generación, un nuevo nacimiento.
Representa el nacimiento de algo nuevo, iluminado por la luz creadora de Dios.
Alude a menudo a la consecución del placer, a la conquista personal, pero con matices más interiores respecto a lo simbolizado por la carta del Carro. En el caso de la carta del Sol, probablemente obtendremos una gran conquista, y esto nos hará sentir mejor que nunca.
Libertad de acción, y protección. Probablemente en el pasado no hemos sido libres de actuar y de comportarnos como hubiéramos querido, y por fin ahora tenemos la oportunidad de hacerlo.
Representa claridad de visión. La situación por fin está clara, o con más probabilidad aún, somos nosotros quienes por fin tenemos las ideas claras sobre lo que queremos y sobre lo que nos hace sentir bien.
Serenidad en los sentimientos. Sobre todo, serán sentimientos compartidos, y sin problemáticas de ningún tipo (sin tener que mantener oculta la relación, sin otras personas de por medio, sin ser reprobados por los familiares, sin que la gente cotillee, sin problemas de ninguna clase).
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